Relaciones de Pareja

Decidir en pareja: Estrategias para resolver conflictos de opinión (Parte 1)

Decisiones en pareja

Si sois seguidores de este blog, ya sabréis que donde otros ven escoyos insalvables, yo veo oportunidades, y no es porque sea una romántica empedernida, es una cuestión de experiencia, cuando las personas quieren, cuando las personas ponen su intención de verdad, sí es posible, vamos a ello.

Tomar decisiones en pareja puede parecer un desafío titánico, especialmente cuando las opiniones divergen y parece que estamos en un tira y afloja sin fin.  Pero, lejos de ser un obstáculo, estas diferencias pueden ser una oportunidad para crecer como equipo y fortalecer la relación. Necesitamos para ello dos cosas, querer hacerlo, y saber cómo hacerlo.

El arte de decidir en pareja

Tomar decisiones no es solo cuestión de elegir qué cenar o a dónde ir de vacaciones (aunque, admitámoslo, esos temas a veces generan más debates que los grandes cambios de la vida). Decidir juntos implica alinear valores, prioridades y expectativas.

Sin embargo, nuestras individualidades juegan un papel crucial. Cada uno llega a la relación con un conjunto de experiencias, creencias y preferencias que, en ocasiones, pueden chocar. Y aquí está el desafío: ¿cómo encontramos un punto medio sin que ninguno sienta que ha perdido?

Estrategias para resolver conflictos de opinión

Definir el problema con claridad.

Uno de los errores más comunes al abordar una decisión conjunta es no tener una visión compartida del problema. Si cada uno tiene una visión diferente de lo que implica el conflicto corremos el riesgo de que las conversaciones se vuelvan circulares o que acabemos hablando de temas que no están directamente relacionados con la decisión en cuestión.

Definir el problema con claridad significa identificar de manera concreta y específica el desafío que enfrentan, separándolo de otros temas que puedan surgir pero que no forman parte del núcleo de la decisión actual.

Como siempre aterricémoslo en un ejemplo: Uno de la pareja recibe una oferta de trabajo interesante y lucrativa en una ciudad diferente, y comienza una discusión sobre si mudarse o no. Si no definen el problema con claridad, la conversación podría acabar con reproches sobre cuánto tiempo pasa cada uno en el trabajo, si parece más importante el trabajo de uno que el del otro…  ¿Cómo lo evitamos?

Veamos algunas técnicas:

  1. Hacer preguntas que ayuden a delimitar el problema:
    • ¿Qué es lo que queremos resolver exactamente?
    • ¿Por qué es importante esta decisión en este momento?
    • ¿Cómo afecta este tema a nuestra relación o a nuestras metas compartidas (familia, finanzas etc.)?
    • Confirma que estáis entendiendo cual es el tema clave, nunca sobre un: ¿Entonces, lo que realmente necesitamos aclarar es XXX?
    • El punto anterior es importantísimo para evitar que el problema derive en ramificaciones y acusaciones varias, de ser así, vuelve a reenfocar: ¿Qué te parece si cerramos el tema XXX que queríamos aclarar, y luego si hablamos sobre YYY?
  2. Si el conflicto resulta abrumador, desglosa el problema en partes manejables, y aborda las discusiones de una en una, por ejemplo, en lugar de discutir “cómo reorganizar nuestra rutina diaria,” podéis desglosar el problema en:
    • Haz una lista con las distintas tareas
    • Aborda de uno en uno cada punto de la lista
    • Hazlo colaborativo, tal vez para el otro hay algún punto que resulta más importante y por el que quiere empezar.

Explorar intereses, no posiciones

Cuando discutimos, solemos quedarnos atrapados en nuestras posiciones («Quiero A» versus «Pues yo quiero B»). Pero detrás de cada posición hay intereses subyacentes.

¿Qué es una posición y qué es un interés?

  • Posición: Es lo que alguien dice que quiere o prefiere. Es la solución concreta que está proponiendo.
  • Interés: Es la necesidad, deseo o preocupación que está detrás de esa posición. Es el por qué o para qué alguien quiere lo que quiere.

Cuando las personas se concentran únicamente en las posiciones, suelen quedarse atrapadas en un conflicto sin salida: como decíamos «Yo quiero esto» vs. «Yo quiero aquello». Pero si logran identificar los intereses detrás de esas posiciones, se abre la posibilidad de encontrar soluciones creativas que satisfagan ambas necesidades.

Ejemplos para aclararlo

ProblemaPosiciónInterés subyacenteSolución
Vacaciones en la playaA: Playa B: MontañaA: Descanso B: Aventura y experienciasPodéis buscar un destino que combine ambos elementos, como un lugar con actividades al aire libre y tiempo para relajarse. O decidir alternar el tipo de viaje este año y el próximo.
Salir con amigosA: Salir el sábado noche B: Quedarse en casaA: Desconectar divertirse B: Descansar pasar tiempo juntos a solasPodéis salir más temprano y estar solos un tiempos, luego quedar con los amigos para comer y volver temprano a casa.

Esta exploración:

  1. Cambia la dinámica de confrontación (tú contra mí) a colaboración (nosotros contra el problema).
  2. Promueve la empatía al ayudar a ambas partes a comprender lo que está realmente en juego.
  3. Abre la puerta a opciones creativas y acuerdos que de otra manera no se habrían considerado.
  4. Nos entrena para el futuro, es decir cada vez encontraremos soluciones más originales, adaptadas a nuestras necesidades sin necesidad de que previamente haya un conflicto.

Próximamente

En la próxima entrega veremos más estrategias para afrontar la resolución de conflictos, ¡No te lo pierdas!

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